miércoles, 6 de junio de 2012

Saber lo que no se quiere

Hoy mientras leía en el metro El fin de una época: sobre el oficio de contar las cosas (Iñaki Gabilondo) me puse a reflexionar sobre algo que dice en el libro: "saber lo que no se quiere". Avala la hipótesis de que las certezas absolutas no caben, que la importancia reside en dudar y por lo tanto ir reflexionando a cada paso y así construir un pensamiento, una opinión, un modo de hacer. No hay que mantener posturas férreas ni inmutables en el tiempo. Lo importante de tener una opinión es defenderla con honestidad y aceptar que se puede cambiar de opinión acerca de algunas cuestiones siempre que exista un criterio para ello y se defienda igualmente con honestidad ese cambio y aceptando porqué se ha producido. Por ello, y como el mundo de las certezas no existe, lo que sí es importante es tener una serie de valores y criterios que nos guíen y más específicamente, conocer las cosas que NO queremos ya que estas trazaran una línea propia en el pensamiento de cada persona.

Esta reflexión no es una cita textual del libro, sino más bien mi reflexión acerca de lo que el autor dice, y para mí su palabra tiene peso, ya que durante años me estuvo acompañando cada mañana en mis desplazamientos al colegio y a la universidad. Hasta creo tener por algún lado un pequeño que le escribí y donde él era el protagonista.

Lo que me ha gustado de todo esto es que me ha abierto un pequeño sendero de luz que estaba apagado desde hace tiempo y que me estaba torturando en mi caminar por el mundo. No tener certezas, no tener muchas cosas claras acerca de determinadas ideas, pensamientos y sentimientos; y por el contrario sí tener muchas dudas sobre el futuro, sobre cuestiones personales, laborales e intelectuales. Cuánto más trabajo con las Redes, con la gente; cuanto más leo, más reviso documentos; cuanto más escucho y miro, menos certezas tengo. Sin embargo, creo que poco a poco voy construyendo un sistema de valores que me permiten definir lo que no quiero en mi vida en general, y son esos valores lo que deben regir mi actuar cotidiano. 

Todavía estoy en un proceso de construcción del "decálogo", pero por poner un ejemplo:
- No quiero tener relaciones sentimentales de dependencia.
- No quiero dejarme absorber tanto por el trabajo que pierda la perspectiva.
- No quiero dejar de escribir.
- No quiero dejar de tener contacto con la gente en lo laboral, porque no quiero perder las miradas de los demás.
- No quiero cambiar determinadas ideas o visiones que tengo del mundo por el simple hecho de agradar a la persona que tengo enfrente.
Y así sucesivamente...

Creo que todo este tipo de ideas y de saber lo que no se quiere trazan límites concretos, ponen perspectivas en la acción y trazan objetivos que pueden desembocar en nuevas dudas. Si en algo coinciden Gabilondo y Carmelo García (Iepala) - dos buenos maestros, al menos para mí - es en que debemos vivir cada día con más dudas que el anterior y así sabremos que lo estamos haciendo bien. 

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