martes, 30 de octubre de 2012

Volver a Tehuacán


Nunca terminaré de saber si Tehuacán (Puebla) es una ciudad bonita o fea, grande o pequeña. Dicen que se pueden visitar unas antiguas minas, unos resto arqueológicos y tomar cervezas artesanales. Yo sólo conozco el centro, la plaza principal con su kiosco, sus soportales con pequeños cafés y las tiendas de zapatos. Conozco uno de los barrios populares, con casa bajas, con el tendido eléctrico recorriendo las calles y los niños corriendo detrás de la pelota. Sé que hay un gran número de fábricas textiles (maquiladoras) donde se hacen pantalones de mezclilla (vaqueros) y donde una gran parte de los mujeres y hombres de la ciudad son explotados laboralmente. Sé que estás fábricas las controlan diferentes familias de descendientes de judíos y libaneses que aprovecharon para instalarse y enriquecerse. 

Lo que sí conozco es la carretera que llega a Tehuacán desde la Ciudad de México: una carretera que transcurre paralela a los volcanes, llena de sembradíos de cempasúchil (o clave chino, o flor de muertos) naranja, rosa y blanco donde mujeres y hombres trabajan recogiéndolos y cargándolos en camiones que se cruzan en la dirección opuesta rumbo al negocio del Día de Muertos. Esta vez estaba nublado y de regreso no dejó de llover, sin embargo la silueta del Popo y el Ixta hacen que no puedas dejar de asombrarte por la inmensidad de la naturaleza. El Popocatepetle es además más amenazador porque siempre tiene un hilo de humo saliendo por la boca; amenaza con perder la razón y cualquier día soltar algo más que cenizas.

Lo que sí conozco de Tehuacán es al Colectivo de Mujeres Insumisas que hartas de la explotación del patrón decidieron montar su propia empresa y hacer bolsas con pantalones de mezclilla usados. También conozco a las antiguas trabajadoras de la Exportadora de Pantalones, que hartas de la explotación del patrón le denunciaron y después de un año y tres meses de juicios, entrevistas, amenazas y extorsiones han conseguido que les den la maquinaria de la fábrica... lo que venga después sólo ellas lo saben.


Acompañar a Mauricio y a Manuel a dar un Taller sobre Derecho a la Información y el Derecho de Acceso a la Información ha sido la excusa perfecta para volver a encontrarme con ellas después de casi un año de haberlas conocido. Volver a verlas a supuesto encontrar de nuevo su cariño, sus abrazos, su reconocimiento y su petición de que antes de que termine el año tengo que regresar a verlas. El Taller fue un éxito y el tema les encantó, a mí como periodista me gustó escucharlas y reflexionar con ellas.

Volver a Tehuacán supuso una inyección de ánimo y una subida de ego, no sólo por los comentarios de las mujeres sino también por los de mis compañeros de taller que me agradecieron mi participación y alabaron mi capacidad... y eso cuando mi experiencia se basa sólo en un año. Otra vez me paro a pensar en todas las cosas buenas, en todas las experiencias vividas y en todos los aprendizajes que he tenido en este año además del desarrollo profesional y personal que México me ha dado; pienso en todas las oportunidades y confianzas que se me han ido brindando al cabo de los meses hasta llegar al punto de que mis más directos compañeros y compañeras me consideran una buena profesional. Creo que ya no es sólo cuestión de experiencia sino de pasión, de amor por lo que hago, de entusiasmo, de conectar con la gente, de escuchar y ser escuchada, de no tener miedo a aprender, a fracasar, a volver a intentarlo.

Ante la perspectiva de dejar México se me abren nuevas opciones laborales: seguir en Chihuahua con Adeco, dar un Taller de Liderazgo a las mujeres de Tehuacán con EPADEC, ser la responsable de comunicación de HIC-AL, mantener el trabajo con el FIDC aunque sea medio tiempo... o regresar a casa, a Barcelona, a hacer algo diferentes, algo que me desliga del trabajo social y comunitario, a retomar el periodismo. Volver a Tehuacán a supuesto volver a tener en la cabeza todas las opciones que se abren, es pensar en decidir, es hacer una maleta temporal o definitiva, es decidir qué pasará después... pero mientras ese momento llega sigo aprovechando los momentos y las oportunidades que aquí se me dan.

lunes, 22 de octubre de 2012

Billetes de ida y vuelta

Si algo he hecho mal en el último mes es cuidar el planeta...mi huella ecológica se ha disparado con tanto viaje de ida y vuelta a Madrid. Ahora me tocará compensarlo a través del reciclaje, el consumo responsable y alguna cosa más.

Más allá del daño que haya podido hacerle al planeta, estoy feliz. He podido volver a casa, volver a estar con mi familia, con la gente que me quiere, disfrutar de la ciudad, de las cervezas, de la música, de la buena compañía, de las animadas charlas donde las conversaciones y las risas se entrecruzan.

Sin embargo, este viaje también tiene otras connotaciones que afectan a qué pasará en unas pocas semanas. Quizás sea el momento de cerrar este blog porque México ya no formará parte de mi vida o quizás seguirá abierto porque la posibilidad de tener un trabajo en España desaparezca. 

Viajar a Madrid me deja una sensación rara. La incertidumbre laboral y la situación por la que atraviesa hace que el hablar con la gente me genere inquietud. La sensación que atraviesa el ambiente recorre desde la indignación hasta el hastío por no ver el final del camino. Es mucha la gente que espera una oportunidad, son muchos los requisitos que se piden para tener un trabajo. Ya no hay diferencias entre las personas con o sin titulación, da igual tener muchos años de experiencia que esperar la oportunidad para que te la den... todo el mundo piensa que así son las cosas. Lo más peligroso es que no se ve salida a la situación y son muchos los que opinan que va a ir a peor. Las cifras de los presupuestos lo avalan: en el caso de la cooperación la AECID va a manejar para 2013 el mismo presupuesto que en 1987. Y esto por poner un ejemplo de lo que a mí me toca más de cerca, pero no es el único caso. Pensar que la vida pasa por los presupuestos de hace más de 20 años pero que los precios corresponden al siglo XXI es una aberración.

Ante esta situación se pueden dar circunstancias en las carnes propias como que te anuncien un recorte salarial y de horas del 50% (situación que he tenido que pelear con el apoyo de mis queridas Redes y que al final ha quedado resuelto). Esto plantea la incertidumbre de cara al 2013: ¿regresar o no a México? Y ante este dilema entran en juego las cuestiones laboral y de desarrollo personal por un lado y las cuestiones personales de volver a casa por otro. Dejar atrás un proyecto por el que siento pasión, dejar atrás otros proyectos que han surgido en el camino, o apostar por seguir jugando en la misma liga a pesar de los recortes. Del otro lado está volver a casa, tener el apoyo familiar para seguir adelante, buscar una opción laboral menos satisfactoria pero más cerca de casa. Cualquiera de las decisiones implica riesgos y esos riesgos se tienen que resolver en el plazo de los dos próximos meses en los que habrá que tomar una decisión, que se mire por donde se mire, implica perder y ganar algo.