Me encantan las bodas... pero eso ya lo sabía. Ahora me declaro fan de las bodas en la playa, donde todo es más bello y en el caso de Acapulco también más caluroso. Aunque con matices y diferencias las bodas son iguales... comida, bebida, baile y mujeres y hombres elegantes. Lo bueno de hacer la boda en la playa es que el protocolo se rompe un poco y entonces los hombres pueden ir sin corbata y sin chaqueta, con pantalones de lino y camisas blancas. Las mujeres seguimos la costumbre de los tacones, pero se pueden utilizar vestidos de todos los largos y colores (también blancos y negros). Otra de las cosas buenas-malases que el calor te hace sudar pero al mismo tiempo ayuda a que el alcohol no suba tanto (aunque siempre quedas perjudicado porque también bebes más) y además te ahorras un montón de visitas al baño.
Por hacer una pequeña crónica, la boda de Dora y Miguel comenzó con ceremonia religiosa (sin novedades), siguió con boda civil frente al mar y remató con una bonita cena. En esta boda no hubo cocktail de bienvenida pero sí hubo piñas coladas sin alcohol para refrescar el ambiente. Después de tener a l@s invitad@s acomodados en mesas llega el momento de abrir la pista de baile por parte de los novios y los padres de los mismos, mientras sobre el mar estallaban fuegos artificiales... precioso, no tengo nada más que añadir. Cenar a la orilla del mar con un grupo de música en directo y con alcoholes duros desde el inicio: tequila, whisky, ron, brandy... nada de cervezas para no despistar. Con el plato principal vino y entre el primero y el segundo brindis con champagne (al cual yo me aficioné y pedí seguir toda la cena en su compañía).
La gran sorpresa vino cuando Bibi (de diez años) y Agus (de 8 años) se plantaron delante de la mesa de los novios (que por cierto estaban solos en el mesa...) pidieron música y delante de los 100 invitados se marcaron una coreografía que traían preparada... qué lindos, sin vergüenzas ni complejos.
Lo mejor de las bodas mexicanas son los regalitos que les dan a l@s
invitad@s para amenizar el baile y las chanclas de felpa comoditas que les regalas a las mujeres para que se quiten los tacones y bailen toda la noche sin descanso y sin excusas. Los regalitos salen a la pista en función de los temas que van sonando, así que tuvimos diademas, corbatas, globos, cadenetas, sombreros norteños y de gomaespuma, cariocas de papel de colores, seguro que algo me dejo.
Como manda la tradición la novia lanzó su ramo para las solteras, divorciadas, viudas y casaderas; el novio por su parte lanzó la liga de la novia para los solteros, divorciados, viudos y casaderos. Las mujeres pelearon por el ramo (con caída incluida de una señora entradita en años) y los hombres se empujaron entre risas y carcajadas. Otra de las particularidades de las bodas mexicanas es que suben a los novios a dos sillas, entrelazan sus manos y primero las mujeres y después los hombres agarrados de las manos pasan por debajo haciendo "la viborita". Como siempre las mujeres más cautas y los hombres (en especial los amigos) haciendo en bruto e intentado que el novio cayera de la silla; ante tal situación la novia se bajó y todos agarraron al novio para mantearlo... muy divertido.
Pues nada, que la boda fue un éxito y lo mejor es que al ser el viernes, sábado y domingo pudimos aprovechar para tomar el sol y bañarnos en la playa en pleno mes de noviembre... una delicia. Ha sido un gran recibimiento y espero que se puedan repetir otras fiestas similares. Ahora toca revisar las decenas de mails acumulados y ponerse en marcha para preparar reuniones, documentos y avanzar en la tesina.
Foto 1: plato principal que consistía en (espero acordarme de todo) "Huachinango a la talla sobre hoja de plátano (no me acuerdo de la salsa), chile relleno de atún y tamal de arroz" - una deliciaaaaa!!!
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