Viaje al Pacífico

Ya puedo decir que me he bañado en las aguas del Pacífico... pero además he visto tortugas marinas salir en la noche a desovar, peces decolores haciendo snorkel y una puesta de sol increíble en la bahía de Playa La Ropa (Zihuatanejo). He montado en cayak, he cenado al atardecer y desayunado a la orilla del mar. He jugado al voleyplaya y he conversado con gente que cada día sale a buscar entre los turistas a vender su trabajo.

He pasado 5 días escuchando el sonido del mar, los pájaros y los gekos. He tomado coco con ginebra, camarones al coco, marlin y guacamole. Sí, no lo puedo negar, he estado de vacaciones y he disfrutado mucho.

He colaborado marcando y trasladando nidos de tortuga. He aprendido lo dura y cruel que puede ser naturaleza y cómo los seres humanos hacemos que su existencia sea aún más compleja cuando le ganamos espacio al mar para plantar nuestros hoteles y sombrillas y con ello impedimos que las grandes tortugas golfinas puedan adentrarse en la playa a desovar.

Las 7 horas de carretera se hacen más cortas cuando a cada kilómetro se descubre un país desconocido, se ve a gente diferente, con costumbres y maneras de hablar tan diferentes. Lo que afortunadamente no he visto ha sido la violencia, ni el miedo, ni el control (por parte de unos y otros) en uno de los estados mexicanos considerados de los más pesados: Guerrero.

Cada día este país me sorprende más y ahora sí que puedo decir que conozco gran parte de la diversidad de paisajes que ofrece México (a pesar de que sólo conozco una pequeña parte): vivo (o sobrevivo) en la gran ciudad, he visto parte de la selva y me he bañado en el océano. No me quito la sonrisa de la boca. La verdad es que podría contar miles de cosas y anécdotas más pero prefiero guardarlas y contarlas en directo cuando regrese.