Preparando El Grito

La ciudad es un hervidero de puestos callejeros en cada esquina. En todos venden banderas, pulseras, cintas para el pelo y adorno de todo tipo para celebrar el próximo día 15 de septiembre la fiesta de la independencia. El Zócalo se prepara para que el Presidente salga al balcón del Palacio Presidencial a dar el grito y hacer sonar la campana como hizo el cura Hidalgo en 1810 (retransmisión del Grito de 2010 - Bicentenario: http://www.youtube.com/watch?v=0PyJocjtU5A&feature=related) Otras plazas importantes de la ciudad también se preparan para retransmitir en directo el acto a través de pantallas gigantes. Es curioso como el patriotismo se vive de manera intensa y muy diferente a como se vive en España. Es con este tipo de actos cuando me planteo si la Transición se llevó a cabo de manera efectiva en España. Sólo hacemos gala de nuestro orgullo en eventos deportivos y poco más; fuera de eso, exhibir una bandera o "sentirse español" se ve como un regreso a los tiempos de la dictadura. No es la primera vez que viajo a un país donde sus ciudadanos se sientes orgullosos de su bandera, su himno y demás simbología patriótica (véase el caso de EEUU, Holanda, Austria, etc., donde los balcones y jardines de las casas muestran sus colores). Quizás en España sigue todo demasiado reciente y todavía no se ha conseguido separar el sentimiento de pertenencia de los dictados de una dictadura que imponía los símbolos.

Se me antoja reflexionar acerca de lo que significan una bandera, un escudo, un himno y si estos

no se acercan a lo que se conoce como acerbo cultural, si todos ellos no son parte de una identidad construida o si por el contrario forman parte de una imposición que llega desde el poder. Me planteo si el orgullo patriótico no forma parte de la identidad de los individuos y el sentimiento de pertenencia hacia un lugar que sólo se puede representar a través de esos símbolos.

Para no seguir divagando acerca de lo que todo esto supone, sólo quiero añadir que en México la fiesta de la independencia llega a todos los estratos sociales (pocas cosas más, a parte de las tortillas de maíz se extienden de esta manera). Como resulta pintoresco ver los taxis con banderas atadas a los capós o a los autobuses con banderas ondeando a los cuatro vientos. Desde hace días las mujeres llevan pendientes con los colores nacionales y las niñas llevan las coletas atadas con lazos verdes, blancos y rojos. Los restaurantes decoran los espacios de la misma manera y la gente saca las banderas guardadas en los cajones para engalanar sus balcones.

Toda esta celebración no quita la parte reivindicativa por la cual se está convocando a la gente a dejar al Presidente Calderón solo en el Grito. Se insta a que las familias y los amigos se reúnan fuera de las plazas públicas y hagan sus propias fiestas como acto de desacuerdo frente a las políticas del Gobierno, en especial, en relación con la violencia que sufre el país. Por otro lado, el Zócalo está ocupado por los indignados del Sindicato de Electricistas de México que mantienen su protesta contra el Presidente; me pregunto si para el 15 a las 23.00 los acampados seguirán en su lugar o si por el contrario (como me han contado) levantarán las carpas para despejar la plaza y volverse a instalar al día siguiente. Seguiré informando cuando llegue el momento, por ahora sigo con la rutina laboral y la sonrisa en la boca.