Así termina mi penúltimo fin de semana en México: por todo lo alto. Yo que pensaba que me iba a quedar tranquila, en casa, leyendo y adelantando trabajos y resultó que sólo me ha quedado el domingo para hacer cosas atrasadas.
El jueves fue el Grito que conmemora la independencia de México en 1810. Las plazas se llenan de gente que festeja, ondea banderas y grita orgullosa ¡Viva México! Mi plan fue mucho más tranquilo, más familiar y sin lugar a dudas más original. Cenamos en casa Óscar, Blanca, Guillermo y Checo, el aporte internacional lo pusimos Brit de EEUU y yo de España. Como manda la tradición comimos pozole y tomamos mezcal (bueno yo tomé vino porque sigue sin gustarme) y como anécdota de la noche se fue la luz debido a la tormenta que había en la ciudad; así que cenamos a la luz de las velas. Incluso cuando volvió la luz, seguimos con las velas encendidas hablando, intercambiando experiencias y opiniones, y cuando nos quisimos dar cuenta eran las 23.05 y ya había sido el Grito. Aún así lo celebramos de manera personal y brindamos por México. La noche se alargó con más mezcal, cerveza y baile... al final a la cama a las 03.30.
Ya que el jueves no fui a la oficina y lo cierto es que trabajé menos de lo que quería, el viernes se
presentaba como una buena opción para adelantar trabajo, sin embargo, una excursión a Taxco sonaba mucho mejor. Así que a las 09.30 de la mañana agarramos carretera Blanca, Guillermo, Checo, Brit y yo. Llegar a Taxco fue como regresar en parte a España: calles empedradas, empinadas y estrechas, casas blancas, tejados de teja... fue como volver a un pueblo de Castilla o quizás de Andalucía. Pasamos el día entre las callejuelas, comimos en el mercado, tomamos café frente a la Catedral de Santa Prisca, vimos un desfile del día de la independencia y regresamos al DF con la sensación de que los viajes no preparados y en buena compañía siempre salen bien. Lo mejor fue que al llegar a casa Rafa había llamado a su hija Adriana, a su hijo Pablo y a las parejas de ambos para que fueran a jugar Mahjong... así que el juego de 5 se convirtió de 8 en 4 parejas y la cama nos recibió a las 02.30 de madrugada.
El sábado era mi tercer intento para poder adelantar trabajos y lecturas, pero las dos desveladas de los días anteriores me dejaron presa en la cama hasta cerca de las 11 de la mañana y a las 16.30 quedé con Ángela para comer juntas, contarnos cosas y asistir al cumpleaños de su amigo Toño... echando la cuenta: en los dos meses y medio que llevo en México he asistido a 7 cumpleaños (estoy encantada). Como siempre la compañía de Ángela y su hermana Laura fue insuperable... siempre son tan lindas conmigo!!! Uno de los detalles que más me ha emocionado de lo que ha pasado este fin de semana es saber que hay gente que me aprecia en México por cómo soy. Hoy domingo es el cumpleaños de Ricardo, amigo de los hijos de Blanca y compañero del viaje a la playa. A pesar de que ni Dani ni Óscar estaban en la ciudad, Ricardo me invitó a su fiesta, me dijo que no importaba si ellos estaban o no ya que quería que fuera... sonrisa en la cara y taxi para no faltar.
Por fin ha llegado el domingo, y aunque la cama me ha retenido hasta las 10.30 he conseguido aprovechar la mañana para leer e ir sintetizando cosillas para preparar la larga tesina que me espera. Al final ha sido un fin de semana redondo que sin duda pone un gran broche de plata a mi estancia en México. Ahora toca preparar los actos de despedida para el próximo, ir cerrando cuestiones laborales y esperar una respuesta para mi posible regreso. Estoy contenta de regresar para ver a mi gente pero al mismo tiempo siento una gran pena al saber que voy a dejar de ver a otr@s que tan feliz me han hecho estos meses.
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