Es curioso como muchas veces nos adelantamos a los acontecimientos, pensamos que las cosas van a suceder de una manera y eso que los nervios afloren, las incertidumbres se apoderen de las emociones y el miedo a lo (los) desconocido(s) nos hagan perder la confianza. sin embargo, todos los momentos y los retos llegan y se superan, y lo mejor es que se superan con una sonrisa y una gran satisfacción.
Después de mucho trabajo, muchas revisiones, muchas dudas, vueltas y revueltas llegó la primera sesión de capacitación al Equipo Operativo de la Fundación Tarahumara en las oficinas de Creel. Después de pensar que 8 horas iban a ser muchas, de darle vueltas a las actividades, de pensar cómo iba a ser el grupo, si iban a querer participar, si íbamos a obtener resultados... el día toca a su fin y aunque ahora se siente el cansancio, ha sido UN GRAN DÍA.
Poco a poco, las incertidumbres se resolvieron. El grupo de 13 personas resultó ser un gran grupo: participativo, propositivo, con ganas de reflexionar, de trabajar y de tomarse un tiempo para escuchar, escucharse y escucharnos. Creo que tanto Rodrigo como yo nos sentimos contentos por el desarrollo del taller y creo que esta sensación (por lo menos a mí) me da fuerzas para afrontar el segundo día que llegará el jueves.
Son estos días de trabajo los que te hacen pensar que los esfuerzos merecen la pena, que todo el tiempo, el estrés y la ansiedad tienen sus frutos. Que hacer este viaje, trabajar en este proyecto, haberle dicho que sí a Zazú cuando me ofreció formar parte del equipo, que todos los desvelos, ahora tienen un sentido mayor.
Seguir experimentando y conociendo las experiencias de gente que en su día a día se enfrenta a las incoherencias de tener una buena vida mientras ayuda a gente, que en un país como México, pasa hambre y sufre una fuerte pobreza y desigualdad. Es muy interesante poder acercarse hasta esta experiencia y sentir que todos estos proyectos tienen una recompensa. Es increíble ver la necesidad que desde las organizaciones hay por escuchar, ser escuchado y escucharse... el trabajo de las oficinas impide que los grupos se comuniquen. Creo que es lo más importante de lo que hoy hemos logrado: conseguir que un equipo de trabajo se vuelva a encontrar, se miren, se reconozcan y reflexionen dentro de un grupo de confianza.
Quizás, en la euforia del trabajo bien hecho, ahora sobrestime todo lo demás... pero la verdad es que estoy contenta y que salir del DF (aunque haya sido por trabajo) me ha devuelto la sonrisa y las ganas de seguir trabajando. No tengo palabras para agradecer a la gente de Adeco la oportunidad y la confianza... ahora sólo me queda el compromiso de seguir trabajando con las mismas ganas que hasta ahora y sobretodo aprovechar la experiencia para seguir aprendiendo, cada día cosas nuevas.
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