Me gustan los días en los que todo parece sereno. Me gustan los días en los que me quedo a trabajar en casa y saco una mecedora al porche y me instalo con mi ordenador en el pequeño refugio que es Tepepan. Me gustan los días en los que parece que el único plan a la vista es esperar que deje de llover por la tarde para pasear con Mambo (el perro consentido de la casa) por las calles mojadas. Me gustan los días que parecen que sólo van a pasar y de pronto te encuentras yendo a casa de una pareja a recibir una clase de salsa. Me gustan los días en los que pasas de ser la invitada extranjera a la protagonista, porque ¿quién se espera que la española sepa bailar salsa? Así ha sido. La verdad es que el plan ha estado muy interesante y bien organizado. Unas cervezas, unas pizzas y unas clases de salsa en las que terminas con dolor de piernas. Un buen remate para un día tranquilo. La verdad es que no me puedo quejar de cómo la gente que estoy conociendo me anima a que quede más con ellos y me invitan a los planes que van saliendo para los próximos días. Me gusta sentirme un poco arropada y saber que la experiencia de México puede servir para conocer a gente y ver las diferencias y similitudes que puede haber entre unos y otros. Me gusta que me pregunten por España, por cómo se vive en Madrid, por cuestiones políticas y sociales. Me gusta poder confrontar opiniones y visiones. No me puedo quejar de cómo van los días y pasan las horas y tacho días en el calendario.
Lo único malo que ha enturbiado el día ha sido ver a Ángela llegar llorando a casa. Le ha llegado la noticia de que una chica que conocía se ha visto envuelta en un tiroteo y está herida en el hospital y su novio ha muerto (para tranquilidad del lector decir que ha sido fuera del DF). Lo que más le ha dolido a parte de la situación ha sido la actitud de sus compañeros de trabajo que al contarlo no han empatizado nada con su dolor y han continuado trabajando como si nada. Yo la verdad que tampoco he sabido como consolarla en exceso; este tipo de situaciones me sobrepasan porque no estoy acostumbrada a ellas o por lo menos a que me toquen tan de cerca a través de una persona que ha sido tan cariñosa conmigo desde el inicio. Con este tipo de situaciones la violencia se ve más cercana, y al igual que con los accidentes de tráfico parece que siempre les pasa a otros. Para calmar los ánimos, ya que hoy no ha tenido ganas de la clase de salsa hemos quedado en que mañana por la tarde nos veíamos a la salida del trabajo para tomar un café y un trozo de tarta y así endulzarnos la vida. Cuando pasan este tipo de cosas pienso en que por unos instantes el mundo debería congelarse para que todos nos hiciéramos más conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor y del sufrimiento del otro. La violencia, que muchas veces se ha vuelto tan cotidiana a través de películas y telediarios, la padecen las personas que tienen vidas, familias, proyectos y sueño. Habría que pensar formas nuevas de reeducar nuestra sensibilidad ante este tipo de hechos y no sólo cuando nos tocan de cerca.
Con el corazón dividido entre la alegría de la salsa y la tristeza compartida por el sufrimiento de los que aquí tengo cerca me despido por hoy con la esperanza de que los que ahora están lejos sigan bien durante mi ausencia. Os echo de menos y os quiero. Yo por aquí me cuido mucho y gracias a la hospitalidad de Blanca me siento muy pero que muy segura.
Fotografía: Mambo con su pequeño tesoro. Parece que se está comiendo un dinosaurio el angelito. Aunque todavía le queda por aprender es un buen compañero en las mañanas de trabajo al sol y en las tardes de paseo.
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