Hoy viajaba en el metro rumbo a las diferentes reuniones programadas en la agenda. Iba pensando en los temas pendientes, en las cosas que no se me podían olvidar y de pronto me quedé mirando a un hombre que iba a bajar en la siguiente estación. Llevaba un sombrero, cazadora de cuero, pantalón vaquero, botas negras, una mochila negra y el pelo canoso. Su muñeca derecha estaba llena de pulsera, muy similares a las mías: pulseras pequeñas, con cascabeles, con conchas, de hilo, etc. Bajo el amparo de mis gafas de sol, no podía dejar de mirar a ese hombre que irradiaba una energía especial. Bajé la mirada y de pronto me encontré con que me estaba tocando la mano y me daba una pulsera de pequeñas bolitas de plástico negras, grises y transparentes. Un bonito gesto para comenzar el día y, espero, llevarme esa buena energía transmitida por un desconocido.
Imagino que allí tendré que hacer cosas de organización, logística, comunicación y en medio, intentar aprender más y más y un poco más. Una vez más tengo que darle las gracias a mi madre y a mi padre que me han inculcado la responsabilidad del trabajo, la importancia de cumplir y demás cuestiones relacionadas con el mundo laboral.
El domingo estaré de vuelta para iniciar una semana llena de reuniones, nuevos proyectos, terminar tareas pendientes, avanzar cosas nuevas y así vamos, ocupando todo el tiempo. Con muchas ganas de seguir en la misma dinámica y a la espera de que me confirmen en algún momento que voy a ir unos días a Madrid. Sí, a seguir trabajando, pero también a ver a la gente que quiero y que me está esperando. Creo que si no me lo confirman pronto, podría montar una manifestación a las puertas de Iepala con familia y amig@s pidiendo mi viaje. Gracias a tod@s por esas ganas de verme que me voy a cobrar en miles de abrazos. Os quiero!
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