Esta reflexión no es una cita textual del libro, sino más bien mi reflexión acerca de lo que el autor dice, y para mí su palabra tiene peso, ya que durante años me estuvo acompañando cada mañana en mis desplazamientos al colegio y a la universidad. Hasta creo tener por algún lado un pequeño que le escribí y donde él era el protagonista.
Lo que me ha gustado de todo esto es que me ha abierto un pequeño sendero de luz que estaba apagado desde hace tiempo y que me estaba torturando en mi caminar por el mundo. No tener certezas, no tener muchas cosas claras acerca de determinadas ideas, pensamientos y sentimientos; y por el contrario sí tener muchas dudas sobre el futuro, sobre cuestiones personales, laborales e intelectuales. Cuánto más trabajo con las Redes, con la gente; cuanto más leo, más reviso documentos; cuanto más escucho y miro, menos certezas tengo. Sin embargo, creo que poco a poco voy construyendo un sistema de valores que me permiten definir lo que no quiero en mi vida en general, y son esos valores lo que deben regir mi actuar cotidiano.
Todavía estoy en un proceso de construcción del "decálogo", pero por poner un ejemplo:
- No quiero tener relaciones sentimentales de dependencia.
- No quiero dejarme absorber tanto por el trabajo que pierda la perspectiva.
- No quiero dejar de escribir.
- No quiero dejar de tener contacto con la gente en lo laboral, porque no quiero perder las miradas de los demás.
- No quiero cambiar determinadas ideas o visiones que tengo del mundo por el simple hecho de agradar a la persona que tengo enfrente.
Y así sucesivamente...
Creo que todo este tipo de ideas y de saber lo que no se quiere trazan límites concretos, ponen perspectivas en la acción y trazan objetivos que pueden desembocar en nuevas dudas. Si en algo coinciden Gabilondo y Carmelo García (Iepala) - dos buenos maestros, al menos para mí - es en que debemos vivir cada día con más dudas que el anterior y así sabremos que lo estamos haciendo bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario