Nunca terminaré de saber si Tehuacán (Puebla) es una ciudad bonita o fea, grande o pequeña. Dicen que se pueden visitar unas antiguas minas, unos resto arqueológicos y tomar cervezas artesanales. Yo sólo conozco el centro, la plaza principal con su kiosco, sus soportales con pequeños cafés y las tiendas de zapatos. Conozco uno de los barrios populares, con casa bajas, con el tendido eléctrico recorriendo las calles y los niños corriendo detrás de la pelota. Sé que hay un gran número de fábricas textiles (maquiladoras) donde se hacen pantalones de mezclilla (vaqueros) y donde una gran parte de los mujeres y hombres de la ciudad son explotados laboralmente. Sé que estás fábricas las controlan diferentes familias de descendientes de judíos y libaneses que aprovecharon para instalarse y enriquecerse.
Lo que sí conozco es la carretera que llega a Tehuacán desde la Ciudad de México: una carretera que transcurre paralela a los volcanes, llena de sembradíos de cempasúchil (o clave chino, o flor de muertos) naranja, rosa y blanco donde mujeres y hombres trabajan recogiéndolos y cargándolos en camiones que se cruzan en la dirección opuesta rumbo al negocio del Día de Muertos. Esta vez estaba nublado y de regreso no dejó de llover, sin embargo la silueta del Popo y el Ixta hacen que no puedas dejar de asombrarte por la inmensidad de la naturaleza. El Popocatepetle es además más amenazador porque siempre tiene un hilo de humo saliendo por la boca; amenaza con perder la razón y cualquier día soltar algo más que cenizas.
Lo que sí conozco de Tehuacán es al Colectivo de Mujeres Insumisas que hartas de la explotación del patrón decidieron montar su propia empresa y hacer bolsas con pantalones de mezclilla usados. También conozco a las antiguas trabajadoras de la Exportadora de Pantalones, que hartas de la explotación del patrón le denunciaron y después de un año y tres meses de juicios, entrevistas, amenazas y extorsiones han conseguido que les den la maquinaria de la fábrica... lo que venga después sólo ellas lo saben.
Acompañar a Mauricio y a Manuel a dar un Taller sobre Derecho a la Información y el Derecho de Acceso a la Información ha sido la excusa perfecta para volver a encontrarme con ellas después de casi un año de haberlas conocido. Volver a verlas a supuesto encontrar de nuevo su cariño, sus abrazos, su reconocimiento y su petición de que antes de que termine el año tengo que regresar a verlas. El Taller fue un éxito y el tema les encantó, a mí como periodista me gustó escucharlas y reflexionar con ellas.
Volver a Tehuacán supuso una inyección de ánimo y una subida de ego, no sólo por los comentarios de las mujeres sino también por los de mis compañeros de taller que me agradecieron mi participación y alabaron mi capacidad... y eso cuando mi experiencia se basa sólo en un año. Otra vez me paro a pensar en todas las cosas buenas, en todas las experiencias vividas y en todos los aprendizajes que he tenido en este año además del desarrollo profesional y personal que México me ha dado; pienso en todas las oportunidades y confianzas que se me han ido brindando al cabo de los meses hasta llegar al punto de que mis más directos compañeros y compañeras me consideran una buena profesional. Creo que ya no es sólo cuestión de experiencia sino de pasión, de amor por lo que hago, de entusiasmo, de conectar con la gente, de escuchar y ser escuchada, de no tener miedo a aprender, a fracasar, a volver a intentarlo.
Ante la perspectiva de dejar México se me abren nuevas opciones laborales: seguir en Chihuahua con Adeco, dar un Taller de Liderazgo a las mujeres de Tehuacán con EPADEC, ser la responsable de comunicación de HIC-AL, mantener el trabajo con el FIDC aunque sea medio tiempo... o regresar a casa, a Barcelona, a hacer algo diferentes, algo que me desliga del trabajo social y comunitario, a retomar el periodismo. Volver a Tehuacán a supuesto volver a tener en la cabeza todas las opciones que se abren, es pensar en decidir, es hacer una maleta temporal o definitiva, es decidir qué pasará después... pero mientras ese momento llega sigo aprovechando los momentos y las oportunidades que aquí se me dan.